Investigación
con embriones
Hoy he dedicado la mañana a hablar por teléfono con
las pacientes. Y ha coincidido que varias de ellas me han planteado dudas sobre
el destino de sus embriones. La mayoría, dentro de las opciones que ofrece la
ley, optan por donarlos a la investigación, pero ello les plantea numerosas
dudas. Y la verdad es que a mi también.
Desde un punto de vista meramente egoísta,
preferiría que todas aquellas pacientes que han conseguido una gestación, y en
ocasiones doble, pensaran en dar sus embriones que mantienen congelados a otras
parejas que no lo han conseguido, o que por motivos económicos no pueden optar
a realizar otras técnicas de reproducción asistida. Pero también es cierto que
entiendo su postura de querer ayudar en la investigación y piensan que esta es
una vía adecuada.
Pero cuando tengo que explicar en que consiste, y
cuales son las líneas de investigación que existen, tengo que contarles la
verdad. Y la verdad es que actualmente no hay ningún proyecto de investigación
en marcha con embriones donados para que podamos enviarlos a ningún centro.
Aunque la ley permita que puedan destinarlos a esta vía,
la realidad es otra, ya que llevamos varios años acumulando embriones cuyos
progenitores han querido cederlos a la ciencia.
¿Cuál es el problema? ¿Falta de financiación?
¿Falta de proyectos? ¿Trabas burocráticas?
Yo creo que un poco de todos ellos. Aprovechando
que el apoyo a la ciencia cada vez es más costoso de subvencionar, no se ponen
en marcha proyectos y, si se hace, existen tantas trabas para que puedan realizarse,
que al final se abandonan. Y ahí estamos todos los centros de reproducción, con
miles de embriones acumulados en los bancos, esperando un destino que cada vez
es más incierto.
En un estudio que se ha realizado recientemente, se
ha comprobado, tras una encuesta a la mayoría de los centros de reproducción en
España (aunque no a todos), que existen actualmente casi medio millón de
embriones congelados. Y los que esperan ser utilizados en beneficio de los
avances científicos, cada vez aumentan en número.
Por eso, cuando tengo que hablar con una pareja y
explicarles las opciones a las que pueden recurrir, y aún cuando esta, es una
de las mejores, no puedo por menos que mostrar mi descontento, mi desesperanza
con la situación actual.
En años pasados, poco después de aprobarse la ley
del 2006 que por fin permitía poder utilizar los embriones para proyectos de
investigación, el futuro se nos prometía muy feliz, ya que se iniciaron
estudios relacionados con la diabetes, el Alzheimer, y otros igual de competentes.
Ahora, solo nos queda esperar.
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