Hatching asistido
Hay veces que los pacientes nos
superan. Esto es, solemos pensar que la mayoría de las técnicas de laboratorio
y todo lo que hacemos, les suena bastante raro, no conocen lo que son y para
qué sirven, y es lógico que tengamos que explicar cada paso que damos. Pero
otras, y para nuestra sorpresa, son los pacientes los que nos exigen lo que
tenemos que hacer. Podría entenderse que al ginecólogo le pidan una ICSI en vez
de una inseminación (aunque sea el médico el que tenga que realizar el
diagnóstico). Pero me cuesta entender cuando una paciente viene demandando, por
ejemplo, un “hatching asistido”. ¡Ay, que malo es internet…! pienso entonces,
en contra de mis propias convicciones.
Y es que hemos tenido una
paciente que, después de recorrer varios centros de reproducción asistida sin
éxito, ha acudido a nosotros para un ciclo de ICSI. Lamentablemente, tampoco
conseguimos una gestación, pero se criopreservaron varios embriones de buena
calidad que podían transferirse en el futuro. Y es ahora, cuando se ha decidido
hacer la criotransferencia “exige”
realizarse un hatching asistido.
El hatching asistido consiste en realizar un orificio en la zona
pelúcida del embrión (la parte más externa del mismo, que posteriormente dará
origen a la placenta). Como todas las
técnicas, tiene sus defensores y sus detractores, según se consideren sus
efectos positivos o negativos. Se empezó a utilizar hace ya varios años, porque
existen embriones que tienen dificultad, cuando llegan a blastocisto (el
momento en que se implantan en el útero) para “eclosionar”, esto es, para
romper la zona pelúcida y que la masa celular interna, que dará lugar al
embrión implante. Y entonces, con una pequeña ayuda, realizando en la zona este
agujero podía facilitarse el proceso. Pero como es lógico, un agujero en el
embrión no es lo mejor para su evolución. Por eso esta técnica, prácticamente
en desuso, solo se utiliza cuando la zona pelúcida es muy gruesa y se sospecha
que puede haber problemas.
A veces no vale de nada que expliquemos detalladamente para qué sirve
determinada técnica, o porqué no es aconsejable llevar a cabo un proceso. Las
pacientes que insisten sin atender a razones son difíciles de convencer. Y para
nosotros sería más sencillo hacer lo que nos piden. No discutiríamos, y ellas
quedarían contentas. Pero no debemos de olvidar que hacemos medicina. Y la
medicina consiste en aplicar un tratamiento correcto derivado de un diagnóstico
correcto.
Finalmente, la paciente se ha llevado
sus embriones a otro centro donde cumplan sus deseos.
Me da pena no haber conseguido
convencerla. Pero me siento satisfecha porque hemos hecho lo que debíamos.
Publicaciones anteriores del Diario de un Embriólogo.
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