miércoles, 20 de marzo de 2013

LA COCINA DE TAMBRE (DIARIO DE UN EMBRIÓLOGO XXXI)




Selección del mejor espermatozoide

Llevo varios años trabajando en el laboratorio de embriología, y no sé cuantas muestras de semen habré visto ya. Al principio, hace mucho tiempo, cuando empezaba, llegaba a casa, cerraba los ojos, y solo veía espermatozoides moviéndose en mi cabeza. Pero a pesar del tiempo transcurrido, no dejo de sentir la maravilla de esa pequeña célula que es el espermatozoide (una de las más pequeñas del organismo humano), que lleva en su interior la mitad del material genético de un potencial nuevo ser, pero que se desperdicia a millones.
Y es por esto que cuando voy a realizar una microinyección y tengo que elegir un único espermatozoide para cada óvulo, pienso que es una tarea nada baladí, ya que no sé si ese espermatozoide que escoja y que tal vez fecunde ese ovocito, dará lugar a un embrión, que tal vez se transfiera, y tal vez se convierta en un futuro ser humano. Y no es que quiera sentirme importante con ello. Todos los biólogos de nuestro laboratorio y de todos los laboratorios de reproducción microinyectan y seleccionan los espermatozoides que les parecen más aptos. Cuando vemos espermatozoides con anomalías morfológicas: cabezas demasiado grandes, o amorfas, una cola doble, u otras varias, tenemos muy claro que no vamos a seleccionarlos. Pero cuando los observamos en movimiento, aparentemente normales, no puedo dejar de pensar si estaré seleccionando el espermatozoide más idóneo.
Con los ovocitos es más fácil: todos los que son aptos, es decir, los maduros, se microinyectan. Apenas hay selección previa, únicamente en casos extremos de morfoanomalías graves. Sin embargo, los gametos masculinos, aún siendo notoriamente más fáciles de analizar, de comprobar su viabilidad, en el fondo, es un engaño. Varones con una calidad seminal por debajo del límite considerado normal, bien en su número, su movilidad o su morfología, han conseguido una gestación, incluso de forma espontánea. Por el contrario, no son excepcionales los casos en los que estos parámetros seminales han sido normales y hemos encontrado anomalías de su ADN: bien algún tipo de alteración cromosómica, bien porque esté fragmentado en la mayoría de los espermatozoides.
Hasta hace poco tiempo, y desde que apareció el ICSI, que permitía que varones con muy baja calidad de semen pudieran conseguir una gestación, se había pensado que el gameto masculino únicamente era un transporte de material genético. Ahora, y tras numerosos estudios que lo demuestran, sabemos que no es así, y que su importancia va más allá de una mera carga de ADN. Pero todavía nos queda mucho por conocer. Y entonces me sigo preguntando como hacer para poder seleccionar el más adecuado.  

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