Hasta no hace tanto tiempo existía
la idea de que la infertilidad en una pareja se debía siempre a problemas de la
mujer. Afortunadamente, los avances científicos han rebatido esa falsa
creencia. Hoy podemos decir que un tercio de los problemas de infertilidad se
deben a factor femenino, otro tercio a factores masculinos y el tercio restante
de los casos a una combinación de ambos factores.
Aún así, nos parece todavía que la
mujer vive de forma más intensa el hecho de no poder tener hijos. De hecho, una
de las quejas que reiteradamente nos plantean nuestras pacientes es que en
ocasiones se encuentran solas porque no perciben en sus parejas la misma
implicación. Pero, ¿es esto cierto realmente?
La infertilidad masculina, tradicionalmente
y de forma errónea, se ha visto asociada al concepto de virilidad, con lo que
si la infertilidad proviene, total o parcialmente, de un factor masculino, el
hombre puede ver su autoestima afectada. Además, existe cierta reticencia a
hablar sobre el tema, a expresar los sentimientos y a comunicar fuera de la pareja
los motivos de la falta de descendencia.
El papel masculino dentro de los TRA puede hacer que
el hombre se sienta desplazado e incluso inútil durante el proceso. Las
exigencias a las que se ven sometidos son mucho menores que las de sus parejas
y a veces surge un fuerte sentimiento de ser el “convidado de piedra”. En los
casos de infertilidad por factor masculino estos sentimientos pueden verse
incrementados, el hombre se considera el “culpable” de la infertilidad pero
todas las molestias e inconvenientes recaen sobre la mujer.
Es bueno que el hombre se sienta parte activa y que
seamos nosotras las que le impliquemos en el proceso. Una buena forma será
aprovechar el momento de la administración de la medicación. Si es posible, podríamos
dejar que nos pusiera las inyecciones o que prepare el material necesario para
ello. Será éste un momento muy propicio para compartir las emociones y expresar
lo que pensamos cada uno. También es bueno que esté presente en todas las
consultas y que les animemos a expresar todas las dudas y opiniones que tengan
acerca del proceso.
En esta etapa se hace aún más esencial la
comunicación entre la pareja. Expresar los sentimientos de cada uno intentando
ponerse en el lugar del otro. El no vivir la experiencia de la misma manera no
debe llevar al enfrentamiento sino a la complementación. No nos olvidemos que
este proceso es cosa de dos.
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