Durante el ciclo de una paciente, la
transferencia de los embriones puede ser el día más importante. Se debe decidir
cuáles son los mejores embriones para tener las máximas garantías de conseguir un
embarazo. Los embriones no seleccionados para la transferencia, pero que
también posean buena calidad, se congelarán; y los restantes quedarán en
cultivo para observar su evolución los días sucesivos, con la idea de
congelarlos si la evolución es adecuada, siempre que se logren buenos embriones
en estadío de blastocisto. En caso contrario, se confirmará lo que se atisbó el
día de la transferencia, que no son embriones de buena calidad.
Los embriones que se han podido
congelar después de un ciclo quedan a la espera de una futura criotransferencia.
Estos embriones se mantienen sumergidos en nitrógeno líquido dentro de tanques
de almacenamiento, donde permanecen en unas condiciones estables y seguras ya
que disponemos de un sistema de alarmas conectados a estos tanques que nos
informan de cualquier alteración.
Una vez
la pareja decide su utilización, la paciente se va a someter a un
proceso de preparación endometrial. Esta preparación es diferente a la
necesaria para someterse a un ciclo de fecundación in Vitro, ya que no buscamos
una respuesta de los ovarios sino que el endometrio (capa de células que
recubre el útero), crezca para estar en
condiciones óptimas de recibir a los embriones.
El día indicado por el ginecólogo para
la criotransferencia se descongelan los embriones siguiendo un protocolo de
descongelación lenta, similar pero inverso a la congelación. Una vez acabado
este proceso se llama a la paciente para informar del resultado. Si los
embriones han sobrevivido la citaremos para la transferencia.
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