La mañana está fresca y es muy agradable, después del calor de
estos días, poder pasear con el olor a lluvia en el ambiente, tras una noche de
tormenta. Me encanta ese olor a tierra mojada, a campo, aquí, en medio de la ciudad.
Todavía quedan gotas colgando en las hojas de los árboles, como lágrimas al
amanecer. Esto es una de las cosas más
agradables del verano y sobre todo de este mes de junio: lo largos que son los
días. Puedo levantarme al amanecer, y llegar a casa antes de que anochezca.
Parece que la vida da más de sí.
Llego a la Clínica antes de la hora de comienzo, porque se me ha
dado bien el transporte, y ya veo una pareja en la puerta. Aunque el horario de
apertura al público es a las ocho de la mañana, una persona de mantenimiento
abre a las siete, hora a la que también comienza la jornada un turno de
limpieza para que, de esta forma, todas las instalaciones estén perfectas a las
ocho. A las siete y media comienza a llegar el personal de recepción y
administración y así, paulatinamente, se va incorporando todo el mundo. Por
eso, cuando los pacientes vienen tan temprano, piensas que deberíamos estar
nosotros antes, para que no esperen en la calle. Pero ya lo hemos intentado, y
aunque adelantemos la hora de llegada, siempre habrá alguien que acuda antes.
Y yo lo entiendo, y a veces me ha sucedido que cuando he tenido
que ir al médico, con la idea de no llegar tarde, he llegado con demasiada
antelación. Y no digamos si hay que ingresar para cualquier tipo de intervención.
Entonces aún es peor. Por eso, no me extraña en absoluto
que las pacientes que tienen que ingresar para una punción ovárica a las ocho,
estén nerviosas, que no hayan dormido esa noche, o que se presenten en la
Clínica una hora antes. Nosotros sabemos que es un procedimiento sencillo y
rápido, pero todo lo desconocido asusta, y aunque insistamos al explicarles en
qué consiste, es lógica cierta aprensión por su parte.
Me acerco a ellos y, aunque
no me conocen porque estoy casi siempre en el laboratorio, yo si les conozco a
ellos aunque tampoco les había visto antes.Pero sé cuantos folículos se vieron
en la última ecografía de ella, y cuantos espermatozoides en el último análisis
de semen de él. Sé que es el primer
ciclo de Fecundación in vitro que realizan
y que llevan tres años intentando quedar embarazados y, aunque de esto no pone nada en la Historia
Clínica, sé la ilusión y la esperanza que están poniendo en ello. Lo que no sé
es si se irán de vacaciones como nunca antes lo han hecho en su vida, pensando
en que ya nunca más se irán solos. O tal vez hayan tenido que dejar las
vacaciones de lado para poder tener a su hijo. Tampoco sé que ocurrirá dentro
de un par de semanas, cuando tengan que hacerse la beta. Como siempre, como con todos, rogaré con todas mis fuerzas
para que sea positiva.
En cualquier caso, ese momento, como otros tantos de espera e
incertidumbre, a las siete de la mañana, en la puerta de la Clínica, todavía
con el rocío brillando en los árboles, esta pareja está sola en el mundo. En su
mundo. Por todo esto, hay que intentar ayudarles.
Muy Bonito y Conmovedor
ResponderEliminarMuchas Gracias Katrina,
ResponderEliminarAgradecemos que nos hayas dejado este comentario. El Diario de una embrióloga es una sección que hacemos con mucho entusiasmo, y nos encanta que os guste.
Saludos,
Clínica Tambre