miércoles, 30 de octubre de 2013

LA COCINA DE TAMBRE (DIARIO DE UN BIÓLOGO XXXIX)

La soledad del biólogo
Tal vez sea que comienza el otoño ya de verdad, aún no hace frío pero el cielo ha cambiado el color del verano y presagia el tiempo que nos espera. O tal vez ha sido porque sí. Pero he llegado al laboratorio, como siempre muy temprano, para comprobar los resultados de todo lo que hicimos ayer, para seguir paso a paso el crecimiento de los embriones, y me he encontrado sola. Sé que será solo un momento y que mis compañeros no tardarán en venir, pero en este rato de absoluto silencio y de oscuridad me doy cuenta de la necesidad de compañía. Y no es que no pueda trabajar sola; en muchas de las guardias de fines de semana he pasado horas y horas sin más compañía que mis embriones. Pero quizás, cuando no esperas a nadie tampoco lo echas de menos.
Sin embargo, creo en la necesidad de más de un biólogo en el laboratorio. Y no es únicamente la compañía, ya que eso sería una frivolidad, sino en la seguridad y la certeza.
Un médico está acostumbrado a trabajar únicamente con sus pacientes. Aunque le ayude una enfermera en la consulta, la relación clínica es entre él/ella y el paciente.
Y con el resto del personal de la clínica tampoco es una situación similar. Puedes estar todo el día tu solo frente a frente la pantalla del ordenador y no ser necesaria la presencia de alguien más.
Pero en el laboratorio sí. Necesitamos que no sea una única persona la que decida si un embrión es de tal o cual calidad. Para mí, este paso de selección de embriones para transferir es crucial. Ya sabemos que no todos los embriones son viables aunque morfológicamente puedan parecerlo. Por eso, la elección del embrión idóneo puede decidir el éxito o no del proceso. Y esa decisión no debería tomarla un único biólogo.
Luego están los tiempos: en el laboratorio no puedes “dejar para luego” muchos de los procesos, ya que todos tienen su momento. No podemos dejar para luego la preparación de la muestra de semen, o la congelación embrionaria, o la microinyección. Tenemos que comprobar la fecundación y la división en momentos determinados, y hay que realizar el cambio de medios de cultivo cuando es preciso. Y todo esto ¿puede hacerlo un biólogo solo?, claro que podría, todos lo hemos hecho, pero también depende de la cantidad de trabajo que haya. Sin embargo un biólogo solo, tiene multiplicada por 10 la posibilidad de equivocarse, y, aunque se trate de una mujer, no podrá hacer dos procedimientos a la vez.
Quizás mucha gente piense que estos procesos del laboratorio son puramente mecánicos y no es necesaria más que la experiencia y profesionalidad. En realidad, como en todo. Pero aquí hay algo más: las decisiones que tomemos en cada paso del proceso hasta llegar a transferir los embriones van a determinar que pueda conseguirse el embarazo. Por ello, esta soledad no es únicamente física. No es bueno que el biólogo esté solo…

Publicaciones anteriores del Diario de un Embriólogo.

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