miércoles, 5 de diciembre de 2012

LA COCINA DE TAMBRE (DIARIO DE UN EMBRIÓLOGO XXIV)


Haciendo Balance

Son ya más de las cuatro de la tarde, y al notar las llamadas silenciosas de mi estómago, me he dado cuenta de que aún no he comido. No me ha dado tiempo, ya que hoy ha sido un día bastante duro. Y no por el laboratorio. Casi todo el tiempo lo he ocupado en tareas distintas a las que se puede pensar son las habituales de un biólogo. He estado casi toda la mañana al teléfono, informando a las pacientes, o en el ordenador, haciendo informes, pasando datos de los ciclos o terminando las estadísticas mensuales.
Ya falta poco para que acabe el año, y hemos de hacer el resumen de resultados: porcentaje de gestaciones, tasa total de fecundación de ovocitos, grado de división de los embriones… Todos los indicadores necesarios que nos hacen conocer cual es el resultado de nuestro trabajo en el laboratorio. Que nos ayudan a mejorar, intentando cada mes aumentar las cifras, y corrigiendo los datos que en ocasiones nos indican que algo no va bien. En realidad, es un mal necesario: mucho “papeleo” en principio, pero para poder darle un buen uso, que es el de mejorar continuamente.
Es entonces cuando desaparecen los casos individuales, los pacientes con los que hablamos, la parte humana. Es cuando las cifras globales nos orientan en la dirección adecuada. Y esto, aunque más aburrido, también es necesario.
Tenemos que revisar los protocolos de cada uno de los procesos, anotar los cambios que se hayan producido a lo largo del año: cambios en los medios de cultivo, o nuevos incubadores, cambios en los procedimientos como consecuencia de los avances que aparecen en la medicina de la reproducción. Todo tiene que estar perfecto y localizable.
Es imprescindible, por otra parte, mantener la trazabilidad en todo momento: una pareja puede haber tenido que congelar el semen del varón, después realizarse determinadas pruebas diagnósticas, o incluso algún tratamiento específico. Y la mujer, además del estudio previo y el tratamiento, se ha realizado una punción ovárica. Y posteriormente ambos han congelado embriones. Todo ello tiene que estar absolutamente claro y localizable al momento en la historia clínica. Una historia que no todo el mundo puede consultar, y donde tenemos que cumplir un riguroso control en cuanto a la ley de protección de datos se refiere.
En cualquier ámbito de la medicina es imprescindible la protección de datos, pero en este campo más, ya que es muy especial y exigen una sensibilidad exclusiva, más allá de la ley. Las parejas, en la mayoría de los casos, quieren preservar su anonimato, no solo en su ámbito personal, sino a todos los niveles. Y nosotros tenemos que respetarlo.
Los procesos de reproducción asistida, en muchas ocasiones, son un arduo camino que se lleva en la soledad de la pareja. A veces nos cuentan que están hartos de que la familia les pregunte constantemente cuando van a tener hijos, o cuando van a conseguir un embarazo después de un tratamiento. Por eso, en muchos casos, pagan sus recelos con nosotros, se vuelven exigentes y desconfiados. Pero eso hay que entenderlo. Y es difícil, si no nos ponemos en su piel, llegar a comprender en toda su amplitud, la angustia que les puede generar.
En cualquier caso, nunca debemos olvidar que todo lo que hacemos va dirigido a su confort, y a conseguir en la mayoría de los casos su  ilusión, que es un hijo.



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