Este fin de semana estoy de guardia. No se todavía cuanto trabajo habrá. Hasta el jueves por la tarde, en que se citarán las punciones del sábado, y el viernes las del domingo no tendremos idea en el laboratorio de lo que tenemos que hacer. Pero en principio parece que se presenta movido: hemos tenido muchos ciclos esta semana, y por lo menos, habrá muchas transferencias de embriones.
Aunque siempre pienso en las pacientes, e intento no olvidar lo que para ellas supone llegar al final del proceso: su ansiedad, sus miedos, a veces me resulta duro estar dos semanas seguidas sin descanso en el laboratorio. Me voy a casa, y me cuesta olvidarme de que al día siguiente tengo que ver como ha ido la fecundación, o como se han dividido los embriones, y parece que un día enlaza con el otro de forma indefinida, sin separación entre ellos, sin algo distinto a tener en mi cabeza únicamente gametos y embriones.
Pero esto es algo que nos diferencia de los demás. El otro día hablaba por teléfono con una paciente a la que le comuniqué que la llamaría el fin de semana, y quedó extrañada: “¿Trabajáis en fin de semana?, Estuve antes en otra clínica y no tenían punciones los fines de semana”. No sólo los fines de semana, -le contesté-, no cerramos ningún día del año: ni fiestas, ni Navidad, ningún día. Porque, como dice mi jefe, “el que manda es el ovario”. Y si el ovario no deja de trabajar ningún día del año ¿por qué lo vamos a hacer nosotros?.
Es verdad que existen equipos cuyos tratamientos van encaminados a dirigir la ovulación hacia días determinados. Pero eso es ir en contra de la fisiología humana. Forzar a la naturaleza únicamente con el propósito de que nos sea más cómodo, no siempre es beneficioso. Sobre todo de cara a los resultados.
Estamos orgullosos de tener unos resultados de gestación realmente buenos. Y no tenemos que hacer publicidad de ellos (de hecho, ni siquiera los publicitamos en la web). La mejor publicidad es la que las pacientes se hacen entre sí, cuando quedan embarazadas. Y estas pequeñas concesiones a la naturaleza son las que, poco a poco, influyen en el resultado final.
Me digo a mi misma que al final, esto es lo que importa. Esto es parte de nuestro trabajo. Y pocas tareas dan tantas satisfacciones como ésta. Aunque sea al final el ginecólogo el que vea el embarazo, y las pacientes muchas veces ni nos conocen… Pero nosotros vemos el principio todos los días. Y aunque no les pongamos “cara” a las pacientes, si se las ponemos a sus embriones. Por eso nos gusta tanto darles su foto en los informes, para que tengan su primera imagen. Así que si me paro a pensar, el hecho de venir a trabajar el fin de semana no supone tanto esfuerzo, si al final los beneficios son mayores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario