miércoles, 9 de enero de 2013

LA COCINA DE TAMBRE (DIARIO DE UN EMBRIÓLOGO XXVI)




365 días al año

Ha empezado un nuevo año y después de una semana de vacaciones invernales, de nuevo continuamos la tarea. Pero, aún a pesar de este descanso navideño, no se puede “desconectar” del todo. O, mejor dicho, no quiero hacerlo. Hay pacientes que tienen dudas acerca de cómo ha sido su ciclo, o sobre lo que tienen que hacer en el futuro, o, simplemente, están perdidos. Y no por estar fuera del trabajo hay que esperar a intentar resolver sus problemas. El correo electrónico es un invento maravilloso, que, aunque te mantiene enlazada permanentemente al mundo laboral, permite que los que te necesitan te puedan encontrar siempre.
Así que, aunque fuera del laboratorio, de los incubadores, los microscopios y los medios de cultivo, he seguido pensando en esas parejas que estaban esperando el resultado de su prueba de embarazo. Y en muchos casos, el regalo de Navidad ha sido el mejor que podían nunca tener. Me han llamado por teléfono para decirme que tal o cual paciente, que había realizado ya varios ciclos, ha quedado por fin embarazada. Y he compartido su alegría en silencio, disfrutando de su felicidad.
En este trabajo no se descansa nunca. No hay fines de semana, ni fiestas, ni siquiera las de Navidad o Reyes, y siempre hay pacientes que tienen que hacerse una punción cualquiera de estos días. Bien es cierto que existe la posibilidad de intentar programar los ciclos para que no coincidan con fechas como estas. Pero no es la manera de hacer las cosas. Ya que no queda más remedio que estimular a los ovarios con hormonas, inducir la ovulación de forma artificial, y conseguir extraer los ovocitos por medio de una punción ovárica, tenemos que dejar algo a la naturaleza. E intentar forzar el día de la punción conlleva que los resultados no sean los más adecuados: ni en cuanto al número de folículos, la calidad de los ovocitos y, al fin, la consecución del embarazo.
Lo único que hay que hacer para poder remediar esto, desde nuestro lado, es aumentar el número de personas que trabajen en el centro, y asumir que hay que trabajar los fines de semana y fiestas. No solo los embriólogos se ocupan de la jornada laboral en estos días. Médicos, enfermeras, recepcionistas, personal de limpieza y mantenimiento, tienen que acudir como si fuese un día cualquiera y hacer el trabajo de un día cualquiera.
Si es necesario realizar un control de ciclo en uno de los tres primeros días, y coincide una fiesta, habrá que hacerlo. Lo mismo sucede con todas las técnicas en las cuales no se puede programar de antemano su desarrollo: inseminación artificial, donación de ovocitos, etc. Por ese motivo, tampoco sabemos cuanto trabajo habrá el próximo fin de semana, o en Navidad, o en Semana Santa… Todos somos conscientes de que este trabajo es así.
Pero todos sabemos, que al final, este esfuerzo redunda en los resultados obtenidos, y en el objetivo que pretendemos: que nuestras pacientes consigan el embarazo

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